FÉNIX
En este gran silencio sacrosanto
he incendiado mi alma
buscando otra vez la redención,
mas tus pupilas han regresado a mí
como rogando algo
y desespero al no saber que darte;
Si ya te di mis pensamientos y mis sueños
si ya te di todo y no guarde nada para mí,
¿Qué más esperas?
¡Yo no soy culpable!
Empiezas a respirar a mi alrededor
, estremeciéndolo todo.
Estimulas mis palabras
que en maratón van a llamarte,
arrancando sin que yo lo quiera
tu nombre que suena distante…
Como para guillotinar las esperanzas germinales,
¡callas!
y el ciclópeo cielo esconde su ojo delator,
la noche abre su boca infernal,
lame las cenizas de mi incendio.
¡Y yo sé que no soy culpable¡
pero aún así sigo incendiándome
y otra vez tú no estarás ahí para escucharme
ni para verme devorada por la noche.
Para oidos frios
I
Entonces que estamos esperando, ahora que ya nadie llama a nuestra puerta, ahora que ya se ha dicho la sentencia deicida de Eros. Estoy sola y duele tanto mundo extraño, tanto campo solo. Duele este atardecer a solas, sólo con tu rostro en las pupilas cardiacas. Ahora todo está gritando, intimidando mi pecho: cerros, árboles, nubes, gras, luces precoces…Parece que todo se vuelca sobre mí en un acontecimiento genesiaco. Dios anda con paciencia, yo lo he dibujado en el aire, pues ahí es donde está, el aire. Me ha dicho «Hoy has muerto otra vez». Yo he murmurado, «que estoy agonizando». Él me ha mirado llorando y me ha preguntado « ¿Cuántas veces más quieres morir? » y se ha ido desapareciendo en cada paso. Después he asumido su ausencia y musicalmente con el viento he dicho «Debo morir las veces que me demore en descubrir por qué morí la última vez ».